Sentarse en un sofá para charlar con los amigos o con la familia, leer, ver la televisión, escuchar música…Seguro que para disfrutar de todas estas actividades necesitas estar sentado cómodamente; piensa dónde lo haces habitualmente, ¿quizás en el sofá? Es más que probable. Ésta es una de las piezas claves de la zona de estar, lugar en el que habitualmente tienen lugar estos agradables momentos, por eso es tan importante contar con un sofá cómodo donde relajarnos y disfrutar al máximo. Pero, cuándo vamos a comprarlo ¿cómo podemos saber si realmente es cómodo o no?
No te preocupes, después de leer este post ya no tendrás ninguna duda. Ah, y si lo que estás pensado es comprar es un sillón o una butaca, puedes aplicar estos los consejos que ahora te exponemos, al fin y al cabo no son más que minisofás de una plaza.
Siéntate para saber si es cómodo.
Un sofá confortable es reconocible casi a primera vista. Si tiene las formas redondeadas y suaves, puedes apostar por él. Mejor aún si los apoyabrazos son altos, pero no en exceso, lo justo para que cuando estés sentado y apoyes los antebrazos en ellos el ángulo del codo no quede forzado.
Otra pista, que el respaldo sea también alto de modo que puedas apoyar sobre él toda la espalda, incluso la cabeza, no hay mejor forma de relajarla.
Pero por supuesto, no basta con una inspección ocular. Pregunta al dependiente qué tipo de relleno lleva y luego, pruébalo. Lo ideal es que el del asiento sea mullido y firme a la vez, nada hay más desagradable que sentarse y hundirse.
Otros factores que influyen.
Pero no todo es sentarse y encontrarse bien. Imagina que la tapicería se manchara con mirarla, que resultara áspera y desagradable al tacto… ¿A que ese sofá ya no te resultaría tan cómodo?
Entre las tapicerías más cálidas y agradables al tacto encontramos el cuero, un material que además es fácil de mantener y que gana prestancia y entidad con el paso del tiempo; como los buenos vinos mejora con el paso de los años. En su contra debemos reconocer que es algo caro, pero en la actualidad hay una variedad de materiales que lo imitan con resultados muy loables.
Si te decantas por una tapicería de tela, te recomendamos que apuestes por las que incorporan tratamientos antimanchas. Ya sabes, las que repelen los líquidos, las grasas…
Con el tiempo lo agradecerás; siempre te resultará más cómodo utilizar un simple papel de cocina para quitar el líquido derramado sobre la tapicería que tener que frotarla y frotarla para quitar la mancha, o en el peor de los casos, tener que llamar al tinte (con el consiguiente descalabro en tu bolsillo).
Ten en cuenta también el uso que le vas a dar.
Si tu sofá es el lugar que tienes para que las visitas se queden a dormir, ¿no crees que les resultará más cómodo que sea cama? En esta ocasión sí te decimos que no te preocupes por el precio, las tiendas low cost han solucionado el problema; en ellas los podemos encontrar a precios realmente muy competitivos. Y hay una gran variedad de modelos: de dos plazas, rinconeros…
Un último consejo, no te empeñes en comprar un sofá grande y voluminosos si no dispones de suficiente espacio, aunque quepa en el salón. No solo resultará agobiante a la vista sino que también te resultará tremendamente incomodo que entorpezca el paso o que los muebles tengan que estar demasiado próximos unos de otros debido al volumen que ocupa.
Como ves, la comodidad de un sofá no radica solo en sentarse en él y encontrarse a gusto.