El rojo es un color tradicional en la decoración pues ya en los tapices medievales o las alfombras orientales lo podemos encontrar en pequeñas pinceladas. En nuestros días su presencia en el mundo de la decoración continúa y se hace cada vez más importante. Hemos pasado de meterlo en pequeños elementos para dar viveza y calidez a los ambientes, a hacerlo protagonista indiscutible de los espacios donde puede estar presente en las paredes, en los muebles…
Su cualidad principal es la intensidad y la fuerza que imprime a la decoración, cualidad que puede convertirse en abrumadora si no lo utilizamos con acierto. Como cualquir otro color, hay unas normas básicas para utilizarlo correctamente. A continuación te damos algunos consejos que te ayudarán.
Para que no canse…
Ya hemos dicho que este color es todo fuerza. Por eso, si su presencia es excesiva puede llegar a cansar… y no en mucho tiempo. Por eso es mejor utilizarlo en pequeñas dosis y combinado con otras tonalidades más neutrales como grises, blancos y negros, que creen un lienzo sobre el que el rojo destaque o quede suvizado, lo que queramos en cada momento.
Detalles decorativos como una manta, un cojín, un cuadro, un jarrón… o incluso piezas de mobiliario no excesivamente grandes como estanterías, mesas de café, camas o sillones son los elementos perfectos para introducir pinceladas del color de la pasión por excelencia. Animarán la decoración en su justa medida sin crear espacios asfixiantes y estridentes.
En qué habitaciones ponerlo
El rojo es un color muy estimulante y por tanto su uso es mucho más recomendable en los espacios de la casa destinados a la vida social que en las utilizadas para descansar y relajarnos, como los dormitorios, zonas de lectura, los espacios donde escuchamos música…
Hay estudios psicológicos que han demostrado que el rojo fomenta la fluidez en las conversaciones (por eso es perfecto para decorar la zona de estar), el apetito ( ideal por tanto para decorar el comedor y el office) y también la capacidad intelectual (por lo tanto perfecto en zonas de estudio o trabajo).
Elige la tonalidad según el estilo decorativo
En los ambientes más rústicos los tonos del rojo más aconsejables son las tonalidades naturales como tierras o terracotas. Mientras que para espacios más clásicos en los queramos aportar sobriedad y elegancia, resultan más indicados los de mayor intensidad como pueden ser burdeos, bermejo o carmesí. Y si lo que pretendes en una decoración de aire moderno y vanguardista, las tonalidades súper vivas te ayudarán a conseguirlo.
Sea cual sea el estilo decorativo que quieras dar a tu casa, lo que si te recomendamos es que sigas un consejo básico que nos cansaremos nunca de repetir: la amplitud y los metros de las habitaciones son determinantes a la hora de elegir su decoración; no todo vale.
Así, si la habitación que vas a decorar es muy amplia podrás usar sin problemas las gamas más oscuras del rojo (y de cualquier otro color) y en los elementos que prefieras, incluso los más grandes como los sofás.
Pero si cuentas con espacios pequeños, mejor limítalos a piezas menores o a complementos. Y procura que la habitación cuente con una buena iluminación, es fundamental para aligerar y que los colores, sean los que sean, no cansen.
Tampoco creas que si no tienes luz natural suficiente, tienes que renunciar a ellos, ayúdate con la artificial. Ahora tienes bombillas de luz blanca como la natural, pero con diferentes tonalidades para adecuarlas a las distintas habitaciones de la casa: luz cálida para la zona social y de descanso; y luz fría (con un alto componente de color azul) más indicadas para las zonas de trabajo.
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